En un post anterior hablábamos sobre el papel del facilitador en una sesión o en un grupo de teatro aplicado. Hoy hablaremos que tiene un proceso de estas características.
El proceso de facilitación en el teatro aplicado implica varias etapas:
1. Identificación de objetivos
El facilitador trabaja con el grupo para identificar los temas o problemas que desean abordar a través del teatro aplicado.
2. Diseño de actividades
El facilitador crea actividades y ejercicios teatrales que permiten a los participantes explorar estos temas de manera creativa.
3. Participación activa
Durante las sesiones, los participantes se involucran activamente en la creación de escenas y situaciones teatrales, utilizando sus propias experiencias y perspectivas.
4. Reflexión y diálogo
Después de cada actividad, el facilitador guía a los participantes en la reflexión sobre lo que han experimentado y cómo se relaciona con los temas planteados.
5. Acción y cambio
El teatro aplicado no se detiene en la reflexión; busca inspirar acciones concretas. El facilitador trabaja con el grupo para identificar posibles soluciones o acciones que puedan tomar en la vida real.
Así pues, el facilitador o la facilitadora se encargarán de dinamizar y potenciar al grupo y las actividades que en el se realicen, intentando ser guía. Esta guía debe ser sistematizada para poder ser replicable en diferentes grupos del mismo contexto.
Podría ser un taller para amas de casa en los diferentes barrios de una ciudad, un taller de jóvenes en riesgo de exclusión de diferentes ciudades o un taller de teatro para el empoderamiento de personas desempleadas. Cada uno de esos contextos es diferente, pero dentro de cada temática, aunque similares, serán diferentes.