Radio teatro Edu: Testimonio del conserje
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INFORME Nº 7-E/1001/1001- OO – 900
CONSERJERÍA
(Durante el encuentro con Fernando le acompañé por los pasillos abriendo y cerrando las puertas de algunas aulas. Uno de los grupos se encontraba en clase de Educación Física).
-» En este centro hay muchas puertas, muchas ventanas, mucho de todo. Y conozco cada palmo de este sitio. Llevo trabajando aquí toda mi vida.
He visto crecer aquí a generaciones enteras.
A veces ves a los hijos, y dices ese es hijo de fulanito o ese otro de menganita.
Que no es que me acuerde de todos, sabes, pero sí que hay algunos que se quedan en la memoria.
Fíjese, en este manojo de llaves está la entrada a todas y cada una de las clases. Y Ese día, yo no sé cómo se lo hizo este señor, pero aquí la alarma ha fallado o la han manipulado con el interné o algo, porque estoy seguro que yo dejé activada la alarma.
Yo sé que aquí hay personas a las que no les caigo muy bien, que quieres que te diga, pues que me importan un pito.
¡Sánchez, que no corras por el pasillo, hombre!
Realmente la gente no sabe lo importante que somos los conserjes para ellos. Aquí ellos vienen un rato, pero quien abre las puertas somos nosotros y quien las cierra somos los conserjes. Y el resto, nada.
Respecto del hombre, yo me lo imagino caminado por aquí desnudo, y dices, pero en qué cabeza cabe porque eso es de no estar bien de la cabeza, un pervertido.
Ah, puede preguntar a Llum, creo que ha encontrado algo, no me preguntes el qué, porque no sabría explicarte, pero sé que tiene que ver con el incendio.
Sí, yo entré gracias a ese incendio.
No gracias al incendio, yo entré porque el anterior conserje murió entre las llamas.
Una tragedia, la verdad.
Quizás deberías mirar en los registros del periódico de ese año o hablar con alguien que vivió «eso» en primera persona. Ellos le explicarán más claramente la tragedia que yo.
Solo le diré que el grafiti que hay en el patio, eso se mantiene como un recuerdo velado de los chicos, porque uno de los artistas se ve que murió en el incendio.
Del muerto yo no te puedo decir nada, es que ni lo vi, siempre me ha dado mucho «yuyu» el tema de los muertos, fue el chico de la limpieza el que me dijo.
Yo iba caminando por los pasillos, abriendo puertas de las aulas, las que estaban cerradas, que eran todas. Porque yo no me dejé ninguna puerta abierta
Otra vez, ¡Sánchez que no corras!
Y cuando estaba abriendo la sala de profesores me oigo un grito, que me dice: ¡Un muerto, un muerto, llama a la policía!
Y claro, yo llamé a la policía y el resto es historia. Ya sabes.
Pero lo que sí que tengo curiosidad es saber cómo se lo montaría para entrar aquí? ¿Desconectaría la alarma? Porque a mí no se me olvidaría nunca. Que estoy mayor, pero aún me quedan muchos cartuchos que gastar y bueno, que no me van a tirar de aquí.
¡Sánchez, que no corras, hombre, joroba!
Este Muchacho.
Pero que quede claro que todo estaba cerrado y bien cerrado con la alarma puesta, que ya he tenido bastantes historias en mi vida. Y esto es todo lo que tengo que contarle.
¡Sánchez que no corras, hombre, que no corras! Esta juventud, bendita sea, bendita. «-
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